Solo quedan las paredes, sucias y arrugadas.
El payaso nos hace cómplices de la persona que lo habita para conectar con el fracaso, la soledad y la nostalgia, con ingenuidad y descaro.
Un relato íntimo y alocado que nos habla de libertad, de adversidad, de crudeza y de pasión por una vida de circo errante.
Un espacio físico y temporal donde todo es posible, que mezcla las artes del clown, el teatro de gesto y la música en directo, con piano, voz y clarinete.
El más difícil todavía. El creer en lo increíble. Adentrarse en la niebla e ir más allá...